Tejer su identidad

Cuando los bebés no llegan a nacer su alma sigue viva. Necesitan encontrar su lugar en este mundo para caminar al Cielo. El no nacido necesita que el amor de la madre ilumine su camino. Habla con él, reza por él, escríbele…

Busca la manera de tenerle presente en tu vida. Él lo necesita y la madre también. Se trata de tejer su identidad mediante las distintas relaciones que conocerá a través de la madre. Todo el amor que la madre ponga sobre el hijo se convertirá en una luz y en una vinculación que irá tejiendo la vida del niño y su identidad. Es por eso que el no nacido necesita recibir información desde el corazón de la madre sobre sus padres, su familia y también sobre la fe y el Cielo que es su destino. La madre puede hablarle desde el corazón, vincularle a sus quehaceres, escribirle cartas y unirlo a su oración. Poco a poco irá formando parte de su vida y de la comunión con Dios. Esto abre al niño a la perspectiva de la vida eterna. Los niños han de conocer su destino, el amor que también les espera en el Cielo. Abrirse a ese amor, aceptarlo y querer abrazarlo en los brazos de la Iglesia.