Vivir la nueva vida
El bautismo de deseo y su incorporación a la vida del Cielo no finaliza la relación con la madre y la familia, al contrario, a partir de este momento la comunión se hace más fuerte y estrecha. La familia debe incorporar la vida del niño a su cotidianidad, recordar su aniversario del bautismo de deseo, su santo e incluirlo en las oraciones de la familia. Hacerlo presente de una manera real y experimentar su protección y compañía pues se trata de un intercesor privilegiado de la familia que les introduce de un modo a la comunión con la Trinidad y con el Cielo. Además podemos decir que si el embrión vivió durante un tiempo en la tierra la vida de la madre, como su acceso al mundo, ahora la madre puede vivir la vida del niño en la Gloria del Cielo como un acceso a la vida eterna.